Nuevas culturas urbanas y sus implicaciones en la crianza

El fenómeno de la juventud fue estudiado inicialmente desde una mirada moral y pedagógica en la que se escribía sobre lo que se esperaba que hicieran los jóvenes. La psicología a su vez hacía aportes desde algunos estudios descriptivos acerca de la juventud. En los años 60 se empieza a ver a los jóvenes como actores políticos aunque el enfoque de los estudios seguía siendo desde una mirada externa y transversal. Los estudios de juventud como fenómeno sociocultural son más recientes y han sido interés de las ciencias sociales que buscan una mirada longitudinal y desde el punto de vista de los mismos jóvenes. (1)

Para estudiar las culturas juveniles se considera necesario hacerlo desde el punto de vista de la juventud como cultura, dejando de lado otras dos visiones que han centrado el estudio de la juventud como un grupo etario o como una etapa de maduración. La juventud como cultura es una visión moderna que parte de la propuesta de las ciencias sociales y que permite descubrir que el comportamiento de los jóvenes obedece a la realidad histórica a la que pertenecen, y se manifiesta de acuerdo a las situaciones socioculturales del momento. Esta aproximación se basa en la realidad que vive el joven desde su propia subjetividad, buscando que la explicación de los fenómenos de juventud partan del sujeto involucrado y no de los que observan afuera (2).

Si se tiene en cuenta que la juventud es un fenómeno cultural hay que mirar lo que pasa en la sociedad de hoy, en el contexto que rodea a los jóvenes actuales. La mayoría de jóvenes son personas que tienen tiempo libre para idear formas de expresión y esto les permite crear movimientos que van caracterizando la realidad social en que viven (3). La postmodernidad se caracteriza por un fenómeno de globalización y de individualismo que ha ido produciendo una hibridización de los jóvenes, es decir, hay tanta variedad para escoger que los jóvenes toman de todo un poco y configuran una identidad que no se parece en nada a los esquemas previos de identidad (4). La diversidad de las culturas juveniles es un fenómeno mundial que ha venido irrumpiendo cada vez con más fuerza y se caracteriza porque los jóvenes pertenecientes a estas culturas dedican mucha energía y tiempo al consumo cultural, a lo que la sociedad postmoderna y consumista les ofrece día tras día (5).

La búsqueda de identidad y las culturas urbanas

La juventud en su proceso de búsqueda de identidad se encuentra con una sociedad postmoderna que ha complejizado éste proceso creando múltiples modelos de identificación (6). La sociedad regida por un modelo consumista le da un doble mensaje a los jóvenes; de un lado se les pide creatividad para que surjan nuevos modelos de identificación y de otro lado se les impone pertenecer a un grupo que es reconocido por seguir el modelo impuesto por los estándares de moda (7). El surgimiento de una gran variedad de identidades juveniles va formando una especie de tejido social en el cual se van inscribiendo los jóvenes, pero estos tejidos sociales no son tejidos permanentes sino que por el contrario van cambiando. El cambio surge como respuesta de los jóvenes al hecho de notar que se están pareciendo a muchos, cuando lo que buscan es ser diferentes (8).

En la búsqueda incesante de identidad, los jóvenes ven llegar múltiples alternativas del exterior a las que se accede gracias a la informática, y es así como se terminan creando múltiples culturas urbanas que colman la sociedad (9). Todos los fenómenos que ocurren al interior de las culturas juveniles hacen que su estudio se vaya complejizando, es decir, en la medida que el mundo globalizado produce cambios vertiginosos se superan rápidamente las metodologías con que cuentan las ciencias sociales para su estudio. Esto hace que sea difícil explicar los fenómenos que manifiestan las juventudes diariamente y que son presentadas por los medios de información sin un análisis adecuado y sin comprender la realidad de los sujetos que protagonizan estos fenómeno (10).

La situación de la juventud en las sociedades modernas

Los jóvenes han recibido un estatuto de sujetos de derecho, pero la legitimización de éstos derechos no ha sido posible porque están inmersos en una sociedad con problemáticas graves tales como la crisis económica, la falta de empleo y la corrupción política y jurídica. Las sociedades se ven enfrentadas a la imposibilidad de dar empleo a todos estos jóvenes e intentan hacer un control social mediante la prolongación de los años de estudio y ofreciéndoles al mismo tiempo un mundo de consumo cultural. Los jóvenes se han convertido en una población importante para el comercio porque al tener tiempo libre se convierten en grandes consumidores (11).

La industria de la moda ha tomado las creaciones culturales de los jóvenes y las ha mezclado para ofrecerlas en el mercado como el estilo que deben elegir a la hora de buscar su identidad. Este tipo de práctica parece irse extendiendo a la literatura y a la industria del cine. Por ejemplo, la cultura de la muerte, lo gótico, es una industria al igual que la estética de los emos. La industria de la moda se ha volcado a los jóvenes vendiéndoles identidades que tienen “estilo”. Algunos jóvenes se inscriben sin mucho problema en el mundo que les crea la sociedad y forman identidades cuya filosofía esta enfocada en el consumo de la moda (12).

El liderazgo de muchos jóvenes que se oponen a las imposiciones sociales, hace que se formen nuevas culturas urbanas cuyas expresiones y símbolos se convierten en un nuevo lenguaje, un intento de hacerse visibles en una sociedad que les niega el derecho a elegir una identidad diferente. La creación de nuevas identidades juveniles es su forma de “resistir” frente a una sociedad que los reprime y les niega espacios de expresión por no pertenecer a las instituciones tradicionales (13). La vida para los jóvenes es una incertidumbre ya que no son reconocidos como ciudadanos porque no están matriculados en una institución educativa o porque no figuran en la nómina de una empresa, y son atacados por la sociedad cuando ocupan su tiempo en crear nuevas culturas urbanas (14).

Los jóvenes responden al caos de la vida actual, a una sociedad globalizada que promueve el individualismo y el autoempleo y masificada en función del éxito personal y el consumismo alienante. Forman entonces culturas urbanas que no pueden definirse únicamente por el aspecto estético como pretende mostrarlo el mundo de la moda. La música es un aspecto importante en torno al cual se reúnen y se constituyen en un apoyo para los jóvenes que buscan seguridad en sus iguales (11). No se puede dejar de mencionar aspectos negativos de estas identidades que amparados por el grupo atacan al que sienten diferente y en ocasiones caen en excesos como la droga y el licor.

Los jóvenes usan su imaginación para captar la atención de los adultos y mostrarles que la supuesta nación donde todos caben no es verdad y de esta forma ellos miden el tamaño de la exclusión (15). La participación juvenil no puede definirse solo por lo explícitamente formal, hay que entrar en la complejidad de nuevas formas de participación social como las nuevas culturas juveniles, al interior de las cuales se buscan alternativas económicas como el mercado artesanal (13). Podría afirmarse que los jóvenes han adquirido mayor capacidad para adaptarse a la diversidad cultural.

Las implicaciones en la crianza

La problemática familiar, la depresión y la soledad en que viven algunos jóvenes los lleva a buscar identidades juveniles que promueven emociones negativas. Esto ha hecho que muchos jóvenes con problemas de salud mental se causen daños corporales justificados en la pertenencia a una cultura juvenil problematizada, como por ejemplo los emos. Como respuesta a la estigmatización actual de los emos muchos jóvenes que se identifican con ellos han buscado nuevas alternativas y han creado otras subculturas al interior de su movimiento. Estas nuevas subdivisiones de los emos muestran jóvenes más alegres y dedicados al baile, con algunas características similares en el estilo del cabello y las ropas, pero que usan colores diversos.

Las culturas urbanas permiten a los jóvenes de la sociedad actual buscar una identidad que se ha venido complejizando en este mundo globalizado. Algunos jóvenes buscan en su pasado y otros buscan incorporar todo lo nuevo. Otros jóvenes tratan de ligar lo nuevo con lo tradicional para resolver su problema de identidad (16). Puede afirmarse que lo que estos jóvenes buscan es un referente sólido, un lugar de anclaje en su propia familia, en su comunidad, pero al mismo tiempo buscan afuera como proyectando el futuro. Son personas que van del interior al exterior en un mundo que cambia a mucha velocidad. Buscan identidad personal y al mismo tiempo una identidad social y son identidades en las que se acentúan cada día mas las diferencias generacionales.

Se observa que al interior de estas identidades juveniles hay individuos y cada uno de éstos individuos vive la experiencia a su manera. No podría hablarse de una única realidad para todos los que pertenecen a una misma identidad juvenil. Esto nos lleva a pensar que hay que escuchar a cada joven cuando manifiesta su deseo de pertenecer a una determinada cultura urbana. Muchas identidades juveniles se entremezclan y no tienen ideologías claras. Cuando se interroga a los jóvenes sobre la claridad que tienen acerca de la cultura juvenil a la que pertenecen, parecen tener poca solidez, pero confían en que los inspiradores que están en el exterior si tienen claridad, basando su propia identidad en la claridad que puedan tener jóvenes que no conocen. Lo que se logra vislumbrar de los personajes de otros países es que tampoco tienen claridad en la ideología de éstas culturas juveniles.

Los padres se ven ante una encrucijada cuando sus hijos asumen una determinada identidad juvenil, tienen temores basados en la información muchas veces mal manejada que reciben de los medios de comunicación. Lo que estos padres deben entender es que el problema no es pertenecer a una u otra cultura juvenil, todo tiene que ver con la salud mental de los jóvenes, con la problemática familiar y con lo que busca cada joven al unirse a una identidad juvenil.

Los padres tienen la difícil tarea de abrir su mente a un mundo que plantea mayor diversidad, ser capaz de brindar la seguridad que requieren los jóvenes para que logren el equilibrio entre los valores familiares y lo novedoso que les ofrece el mundo. Los referentes sociales como la escuela, la iglesia y la familia ya no operan en los jóvenes para su identidad y esto hace que la crianza se complejice y exija adultos inteligentes con pensamiento más flexible, que logren acompañar adecuadamente a los jóvenes en su transcurrir por el proceso de búsqueda de identidad.