Tradiciones culturales e inteligencia social

Las tradiciones culturales pueden llegar a determinar muchos comportamientos de un sujeto porque la influencia que estas ejercen en su pensamiento hace que elija estilos de vida, ambientes, grupos sociales y podría decirse que orientan las metas hacia el futuro

INVESTIGACIÓN Y NOVEDADES CIENTÍFICAS

Yolanda Giraldo

2/2/202410 min read

Las tradiciones culturales pueden llegar a determinar muchos comportamientos de un sujeto porque la influencia que estas ejercen en su pensamiento hace que elija estilos de vida, ambientes, grupos sociales y podría decirse que orientan las metas hacia el futuro. Pero no se puede hablar únicamente de lo cultural como determinante del comportamiento porque existen procesos individuales que permiten la modificación de muchos aspectos de la vida de un sujeto y que podrían denominarse como inteligencia social (1) ya que implica una conciencia reflexiva mediada por el lenguaje que permite flexibilizar el pensamiento para hacer progresar la cultura mediante una adecuada relación con el entorno social. (2)

Los seres humanos nacen dentro de una sociedad. A medida que cada sujeto toma conciencia de que la sociedad está constituida por personas que están organizadas mediante grupos sociales, roles y jerarquías; la sociedad sigue reproduciéndose porque ya está esquematizada en el pensamiento individual. Para que un sujeto tome conciencia reflexiva de la sociedad, requiere del lenguaje interno que aprende mediante la educación que recibe de sus miembros cercanos. El lenguaje permite que las sociedades trasciendan las generaciones y que las ideologías y costumbres puedan contarse a los miembros que no estuvieron presentes cuando fueron creadas. Mediante las relaciones sociales se aprende que existieron grupos de personas que vivieron otras experiencias en el pasado y sintieron la necesidad de regular su realidad a través de construcciones simbólicas y que esto puede contarse a las nuevas generaciones.

Una sociedad se constituye mediante las instituciones. Estas se van creando de acuerdo a las necesidades y conflictos que aparecen durante la convivencia de las personas. Las sociedades están organizadas en grupos de personas que tienen cercanía por vínculos familiares, ideologías, tradiciones, lengua y otros aspectos que se comparten. Para que estos grupos o comunidades se organicen se han creado roles que se aprenden y se viven creando un orden institucional durante cada generación (3). Cuando un niño nace dentro de una comunidad encuentra una realidad que ya esta institucionalizada y sus criadores se encargan de enseñarle esta realidad establecida previamente, mediante códigos del lenguaje que permiten al niño tomar conciencia y apropiarse de la realidad que vive.

Los niños aprenden mediante el lenguaje verbal y no verbal todas las costumbres de una comunidad y así lo desconocido inicialmente se va volviendo familiar para el niño. Los adultos utilizan múltiples estrategias para transmitir los conocimientos a los nuevos miembros de una comunidad y entre estas estrategias están las canciones, los cuentos, los rituales y todo tipo de experiencias cercanas y agradables para los niños. Inicialmente se aprenden los roles mediante las observación del comportamiento de los adultos y posteriormente se aprenden los aspectos de conocimiento y afectivos ligados a los roles que se desempeñan en la vida adulta. Cuando los miembros de una comunidad desempeñan roles basados en conocimientos acumulados a través de la experiencia de las generaciones anteriores se va creando un orden institucional en el que los roles se van especializando cada vez más.

Cada rol que se asume en una sociedad brinda acceso a conocimientos especializados como por ejemplo el rol del maestro o del médico. Asumir un rol dentro de una sociedad no se trata de representarlo superficialmente sino de introducirse en todos sus aspectos de conocimiento y afectivos para poder vivenciarlo y desempeñarlo cada vez con mayores destrezas. Aprender el significado de los roles requiere vivir experiencias. Una de las experiencias básicas es la familiar en la que se aprende el rol de los padres o de los hijos lo que hace que se sigan constituyendo familias con roles similares. Los roles van adquiriendo otros matices de acuerdo a la evolución de las sociedades.

Al interior de las familias se practican tradiciones culturales que se enseñan mediante el lenguaje y el ejemplo. De esta forma eventos importantes en la vida de una comunidad adquieren significado para los niños y no se conviertan en experiencias descontextualizadas en una realidad desconocida. En el caso de la muerte de un ser querido las personas adultas dan mensajes de orden social que son protectores para evitar el terror de los niños frente a estos hechos. Se habla de aspectos simbólicos como por ejemplo que los antecesores han dejado legados importantes y los sucesores dejaran otros para luego morir porque la vida es finita en la tierra. Esto le da a la vida y a la muerte un carácter más colectivo haciendo que el duelo no se centre solo en la tragedia individual (3). Otros mensajes verbales que se dan al niño tienen que ver con los roles de género como ser valiente en el caso de los hombres, o mensajes religioso en los que se pide hacer algo para evitar que Dios se enoje. No solo son mensajes verbales sino que hay otro lenguaje pragmático que tiene que ver con actitudes y gestos en los se transmiten mensajes de valor y poder. Los valores que se transmiten involucran prejuicios frente a diferencias individuales, frente a lo que significa ser hombre o mujer, o pertenecer a una clase social determinada (4).

La socialización primaria que se hace en la familia conlleva rituales de socialización cargados de afecto. Así los niños van recibiendo mensajes de todos los adultos cercanos que marcan pautas de lo que es apropiado o no. Este es el primer mundo que los niños conocen y que deja fuertes huellas en su mente con respecto a lo que es la vida en comunidad, y que será internalizado para reproducirse en su vida de adulto. Se dice que estas huellas son más profundad porque van acompañadas de manifestaciones afectivas familiares y determinan la forma en que un sujeto se relaciona con los otros. Mediante la socialización primaria y posteriormente con la secundaria el niño estructura un yo social que responde a la forma en que lo ven los otros y que le han expresado mediante mensajes de aprobación o desaprobación. Son mensajes que se repiten y que involucran a muchas personas de una comunidad y permiten que se modifiquen algunos comportamientos y se conserven otros. La inteligencia social que se va desarrollando en los intercambios sociales permite el control de impulsos y flexibiliza el pensamiento logrando que el sujeto comprenda la forma en que se vive dentro de una comunidad (1). Para construir el yo social el niño debe adquirir la capacidad de interpretar palabras y gestos de los otros mediante los códigos del lenguaje que se le han enseñado durante la convivencia y finalmente es capaz de manifestar mediante estos mismos códigos su rol social.

Existe una socialización secundaria que se hacen en otros espacios diferentes a la familia como la escuela, en la que los afectos no son tan estrechos y donde el objetivo principal es la educación para que un sujeto adquiera los conocimientos y destrezas necesarios para asumir un rol de adulto dentro de la sociedad. Estos conocimientos asociados a los roles están contextualizados y van ubicando al sujeto en una sociedad en la que el trabajo y el poder se divide de acuerdo a la clase social a la que se pertenece. No se puede negar que en todas las sociedades se institucionalizan las divisiones en el conocimiento y el poder lo que lleva a que los sujetos no tengan la misma libertad de elegir su destino por asuntos creados por los mismos hombres (5, 6).

La congruencia en los valores sociales de una determinada comunidad permite que los roles se estructuren adecuadamente en cada sujeto porque los mensajes que recibe son similares y se siguen reforzando. En la modernidad se van introduciendo cambios en las sociedades que obedecen a la integración de múltiples culturas lo que hace que los niños observen múltiples actitudes frente a la realidad que vive. Lo que sucede con la proliferación de información es que el cerebro del niño tiende a categorizar lo nuevo dentro de la información que tiene previamente (3). Cuando categoriza pretende conocer todo lo nuevo, pero la verdad es que no hay un conocimiento basto que le permita estructurar en su mente tipificaciones sociales que estructuren valores y actitudes sólidas. La manera en que se pueden reforzar los valores importantes para una comunidad es mediante la confrontación de las propias percepciones con las de los demás para conocer la realidad que el otro conoce. Así los conocimientos sociales trascienden y se transmiten de una generación a otra con modificaciones coherentes a las nuevas realidades.

El hombre es un producto social y al sumir un pensamiento crítico y flexible frente a las prácticas culturales se puede lograr una adaptación a los cambios que surgen en la medida que se hacen intercambios culturales (7). Lo que garantiza que una sociedad perdure es la posibilidad de refutar las verdades institucionalizadas teniendo en cuenta los puntos de vista diferentes. Cuando no se permite la refutación se asume que quien se aleja de las costumbres de su comunidad tiene una enfermedad mental y los miembros en desacuerdo se alejen de esta sociedad totalitaria. Las costumbres se arraigan en las personas y por eso cuando ocurren cambios culturales las personas encargadas de transmitir valores deben hacer un flexibilización del pensamiento para enseñar la esencia de las tradiciones y como esta esencia puede adaptarse a nuevas realidades.

La educación juega un papel fundamental en la transmisión de las costumbres y lo que hace la persona que educa es objetivar experiencias por medio del lenguaje para que estas experiencias se vuelvan accesibles para muchas personas que nos las vivieron. Pero la educación adquiere en algunos contextos una categoría de instrucción moral que puede llegar a ser autoritaria por desconocimiento de nuevos significados en las tradiciones. En este sentido cobra gran importancia que la labor educativa se ocupe de reconstruir el proceso original de la tradición y pueda atribuirle nuevos significados para que esas tradiciones originales adquieran un nuevo sentido. Si no se comparten las tradiciones mediante la educación tanto formal como tradicional del hogar se puede ir perdiendo la institucionalidad de estas, creándose sociedades fragmentadas en las que solo pequeños grupos comparten tradiciones específicas. La pretensión no es crear sociedades totalitarias que llegan a coartar libertades individuales, ni tampoco vivir en sociedades fragmentadas por desacuerdos culturales. Se trata de que la inteligencia social sea una herramienta para asumir la multiculturalidad sin imposiciones de poder (8). La libertad de elección dentro de una cultura parte del cuestionamiento de la funcionalidad de ciertas tradiciones culturales cuando las acciones van perdiendo sentido en determinado contexto social.

Existen otras elecciones que tienen que ver con el consumo de productos en las sociedades modernas con economías de mercado basadas en la oferta. Lo que se ha observado es que las tradiciones culturales parecen arraigarse tanto en los sujetos, que sus elecciones tienen que ver con los valores inculcados en su cultura y menos con sus propios intereses. La mayoría de las personas eligen de acuerdo a tradiciones familiares, a prejuicios y en cada elección que se hace se va construyendo una vida. No se puede negar que cuando se va a un supermercado se eligen los productos que por tradición se han comprado en la familia o cuando se elige una institución educativa también se busca la tradición cultural, en este sentido la funcionalidad de las tradiciones tiene que ver con algo que está más allá del simple ritual y que se arraiga en cada sujeto determinando muchas de sus elecciones en la vida (9, 10).

Dentro de cada sociedad hay un cumulo social de conocimientos y además un universo de significados que se utilizan para darle sentido a muchas conductas de los seres humanos. La manera en que se asumen los roles sociales depende de la internalización que hace cada individuo de los significados y de lo que es socialmente aceptado. El sujeto puede utilizar un tipo de pensamiento religioso para resolver sus divergencias o puede usar un pensamiento. Por estas razones las tradiciones culturales por si solas no son el cimiento de una sociedad, sino la forma en que cada individuo las asume procurando su libertad de elección. Y aquí hay que resaltar que las mismas sociedades pueden fragmentar los conocimientos para que algunas personas accedan a pensamiento científico y otras no. La existencia de clases sociales hace que algunos roles sean privilegio de ciertos grupos con acceso al conocimiento.

Armonizar el sentido que tiene para una persona una tradición con el sentido que le da la sociedad es una labor difícil porque las diferencias individuales también crean diferentes escuelas de pensamiento que generan conflictos y que evitan el autoritarismo de las instituciones sociales. El pensamiento mágico es una de las alternativas utilizadas por algunos grupos sociales que le dan poder a un ser superior y creen que es quien ejerce el control; pero no se puede olvidar que el mundo social fue hecho por los hombres y ellos mismos pueden rehacerlo o destruirlo. Lo social debe enseñarse con un sentido positivo y no hacerlo como una realidad mágica que niega la autoría de los seres humanos pretendiendo que se lleven a cabo comportamientos por temor.

Las personas que transmiten conocimientos bien sea a partir de la crianza o de la educación formal tienen la tarea de legitimizar las tradiciones culturales al enseñarlas a las nuevas generaciones. Como estos conocimientos son ahora históricos y no están aquí como estuvieron en otro momento, requieren explicaciones y justificaciones. La inteligencia social permite que se aprendan además de valores y conocimientos, elementos de normatividad social que permiten la convivencia. Quien educa debería conocer porque hay que hacer una cosa u otra y porque las cosas son como son; pero lo que ocurre en las generaciones modernas es que se han creado vacíos de conocimiento que dificultan la transmisión de valores. Esto podría deberse a prácticas de crianza autoritarias que han predominado en generaciones anteriores y que han impedido el conocimiento reflexivo frente a muchos valores y normas.

En conclusión enseñar tradiciones culturales requiere de inteligencia social, es decir, flexibilidad de pensamiento para poder asumir que las realidades sociales cambian y los sujetos tienen diversas maneras de comprender la realidad. Las tradiciones culturales no se reducen a los rituales porque hay tradiciones más poderosas que se transmiten en el intercambio social permanente y que son inherentes a la cultura para ser esos valores que determinan muchas elecciones en la vida de los sujetos.

Referencias bibliográficas

1 Chaves L, La inteligencia social y sus implicaciones en la evolución de la mente. Revista de psicología. Universidad de Antioquia. 2011;3(1): 74-86.

2 Yela M. Psicología de la inteligencia: un ensayo de síntesis. Psicotema1996; 264-685

3 Berger P, Luckmann T. La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu; 1986

4 Van Dijk, T. Ideología. Una aproximación multidisciplinaria. Barcelona: editorial Gedisa; 2000

5 Martí E. Desarrollo, cultura y educación. Buenos Aires: Amorrortu; 2005.

6 Padilha PR, Vasco Uribe CE, Vasco Montoya E, Jaramillo Franco R, Echavarría Grajales CV. Escuelas y ciudadanías. Medellín-Colombia: Maestros gestores de nuevos caminos; 2003.

7 Kottak CP. Antropología cultural. Espejo para la humanidad. 3a edición. Madrid: Mc Graw Hill; 2007.

8 Walsh K. (De) Construir la interculturalidad. Consideraciones críticas desde la política, la colonialidad y los movimientos indígenas y negros en el Ecuador En: Fuller, N. Interculturalidad y Política. Desafíos y posibilidades. Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú; 2002: 115-142.

9 Sheena Iyengar: El arte de elegir. Barcelona: Ediciones Gestión 2000 S.A.;2011

10 Gallois C, McKay S, Pittam J. :Intergroup Communication and Identity: Intercultural, Organizational, and Health Communication. En: Fitch KL, Sanders RE, eds. Handbook of Language and social Interaction. Mahwah, New Jersey: Lawrence Erlbaum Associates, Inc., Publishers; 2005: 231-252.